A menudo escuchamos que el tiempo lo cura todo, pero la realidad es que el tiempo por sí solo no es suficiente.
Curarse es un proceso activo. Significa asumir la responsabilidad de nuestras emociones y decisiones, y eso puede ser aterrador. Cada día es una nueva oportunidad para correr riesgos y permitirnos sentir.
Edith Eger menciona en un maravillo libro que os invito a leer (La Bailarina de Auschwitz) que “El tiempo no cura. Lo que cura es lo que haces con el tiempo. Curarse es posible cuando decidimos asumir la responsabilidad, cuando decidimos correr riesgos y, por último, cuando decidimos liberarnos de la herida, dejar atrás el pasado o la pena.”

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