La adolescencia es una etapa de transformación, no solo para los jóvenes, sino también para sus familias.
En mi experiencia trabajando con familias, he observado que muchos conflictos surgen cuando los padres no reconocen a sus hijos en su búsqueda de independencia y sobre todo cuando se da el proceso de INDIVIDUACIÓN.
La individuación es el camino que permite a los jóvenes verse a sí mismos como individuos únicos, con sueños y aspiraciones propias, fuera de la sombra de sus cuidadores. Aunque este proceso puede provocar tensiones, es vital para el desarrollo personal, moral y social. A menudo, el proceso de individuación se malinterpreta como un acto de rebeldía o egoísmo.
Es natural que, al emprender este viaje, surjan tensiones, especialmente en el seno familiar. Para algunos, la individuación puede percibirse como una amenaza a la lealtad o a la unión familiar.
Es importante recordar que la familia sigue siendo un pilar fundamental en la vida de un adolescente. El proceso de individuación no debilita los lazos familiares; al contrario, puede fortalecerlos, siempre que existan comunicación y comprensión mutuas.
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